The Truth of Tibetan Buddhism

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Sexual scandals of Lamas and Rinpoches

über die Dalai Lamas

Before Buddhism was brought to Tibet, the Tibetans had their believes in "Bon". "Bon" is a kind of folk beliefs which gives offerings to ghosts and gods and receives their blessing. It belongs to local folk beliefs.

In the Chinese Tang Dynasty, the Tibetan King Songtsän Gampo brought “Buddhism” to the Tibetan people which became the state religion. The so-called “Buddhism” is Tantric Buddhism which spreads out during the final period of Indian Buddhism. The Tantric Buddhism is also named "left hand tantra" because of its tantric sexual practices. In order to suit Tibetan manners and customs, the tantric Buddhism was mixed with "Bon". Due to its beliefs of ghosts and sexual practices, it became more excessive.

The tantric Master Atiśa spread out the tantric sex teachings in private. Padmasambhava taught it in public, so that the Tibetan Buddhism stands not only apart from Buddhist teachings, but also from Buddhist form. Thus, the Tibetan Buddhism does not belong to Buddhism, and has to be renamed "Lamaism".

   
                  EL TIBET Y LAS MENTIRAS DEL DALAI LAMA

EL TIBET Y LAS MENTIRAS DEL DALAI LAMA

Por: Dmitri Kósirev.

Martes 17 de marzo de 2009

(RIA NOVOSTI). La rebelión del Tíbet contra el Gobierno central de China estalló hace cincuenta años el 10 de marzo de 1959. Dalai Lama, líder espiritual de una de las sectas budistas del Tíbet abandonó su patria hace esos mismos años (17 de marzo) entonces, tenía 24 años, ahora tiene 74.

Transcurrido medio siglo, tanto en el Tíbet como fuera de sus fronteras han cambiado muchas cosas y son varias las generaciones que no saben qué fue lo que ocurrió en esa lejana primavera.

Fueron acontecimientos muy ilustrativos que en esencia, reflejan las contradicciones entre la conservación de las costumbres y tradiciones y los cambios que impone la evolución cultural.

Para empezar, vale recordar cuál fue la actitud del Gobierno comunista que llegó al poder en China en 1949 con respecto a Tíbet.

A propósito, hasta ese momento, el Tíbet era parte de China, más exactamente, desde el siglo XIII bajo el imperio de Kublai Kan, nieto de Gengis Kan y primer emperador chino de la dinastía Yuan que unió a su imperio a China y el Tíbet.

Desde esos tiempos remotos, el territorio chino no ha cambiado mucho, a excepción de la independencia de Mongolia.

Hay que saber muy mal la historia para confundir a Mao Zedong y Kublai Kan .

En conversaciones sostenidas en Pekín en 1951, Dalai Lama no habló sobre la independencia del Tíbet sino sobre las condiciones para conservar su autonomía.

Dalai Lama propuso al nuevo gobierno la misma fórmula que hasta entonces se habían aceptado los gobernantes chinos; Pekín asumía los asuntos de defensa y política exterior sin intervenir en la vida interna y forma de vida de la población del Tíbet.

Y Mao Zedong aceptó. Puede ser porque el nuevo poder chino en esos momentos no contaba con recursos y posibilidades para hacer cambios en esa provincia lejana donde era casi imposible llegar. Todavía existe la polémica sobre si Mao fue un comunista auténtico, pero nadie puede negar que el controvertido líder chino ante todo fue un pragmático.

En 1955, el primer ministro chino permitió al corresponsal del diario soviético Pravda Vsévolod Ovchínikov visitar el Tíbet. Para esos años, fue prácticamente el único extranjero que pudo ver con sus propios ojos ese país desconocido. Ovchínikov escribió dos libros sobre el Tíbet en los que plasmó sus observaciones y juicios saturados de asombro y algunas veces, hasta de horror.

Por lo visto, las autoridades chinas quisieron que el periodista soviético describiera cómo Pekín cumplía las promesas hechas a Dalai Lama en relación a que el Gobierno chino no intervenía en los asuntos internos de la autonomía.

Los reportajes de Ovchínikov testificaron al mundo que en el Tíbet seguía siendo un reducto del feudalismo y esclavismo inalterable desde el siglo XIII.

En sus relatos, el periodista soviético contó por ejemplo, la suerte fatídica de tres esclavos fugitivos castigados con cargar un enorme yugo de madera con tres agujeros para sus cabezas.

Lo macabro ocurría con la muerte de uno de los castigados, ya que los dos reos restantes debían portar el cadáver de su compañero durante varios días hasta que llegara el funcionario de determinado rango con la llave para abrir el único candado que cerraba el yugo.

Además, por las calles de la Lhasa, la capital del Tíbet se veía muchas personas a las que les había cortado la nariz, las orejas o una mano en un castigo por delitos de acuerdo a las leyes que imperaban sólo en la autonomía y sin vigencia en el resto de China.

Entonces, el Tíbet era una región en donde vivían 850.000 vasallos o esclavos y 130.000 monjes libres al servicio de los lamas.

¿Y que podía pensar de esto Dalai Lama, líder de una doctrina religiosa que reconocía la superioridad del rico feudal y la inferioridad del campesino miserable, del monje inferior, del esclavo y finalmente la mujer?

Pues ese era precisamente el orden que establecía el budismo tibetano como resultado ineludible de la sucesión kármica, producto de virtudes o vicios en vidas o reencarnaciones pasadas.

Al respecto de Dalai Lama, Ovchínikov recuerda que durante una exposición industrial en 1954, Dalai Lama causó pánico porque en un momento se apartó de la delegación china y apareció más tarde en un pabellón donde se exponía trenes de juguete.

A propósito, la primera vía de ferrocarril se instaló en el Tíbet apenas el año antepasado.

¿Se puede incriminar al joven líder espiritual por querer conservar la forma de vida de sus antepasados?

¿Se puede acusar que Dalai Lama de estar implicado en la rebelión de 1959 que supuso la ruptura de los acuerdos suscritos en 1951?

Muchos se equivocan cuando piensan que los sucesos de 1959 fueron producto del "Gran Salto" (los experimentos ultra comunistas, preludio de la Revolución Cultural en China).

El Gran Salto comenzó mucho después, y Pekín no tuvo tiempo para violar el acuerdo pactado con Dalai Lama.

En el Tíbet, los lamas tenían otros problemas más serios, eran varios centenares de jóvenes que habían recibido educación en las escuelas y centros de capacitación técnicas chinos.

La rebelión ocurrió cuando la élite tibetana comprendió que esto era el síntoma de un cambio a una forma de vida que no cambió por siglos.

Pekín reprimió la insurrección con métodos extremadamente duros, los instigadores escaparon a India, entre ellos, Dalai Lama.

Todavía es complicado establecer si Dalai Lama emigró por su propia iniciativa o fue evacuado por gobiernos "benefactores", como también es difícil establecer hasta qué punto pudo estar implicado en la violencia que estalló durante la rebelión.

La historia de la emigración del Tíbet es triste. Esa gente afirma que cuentan con caminos secretos que llegan a la patria para recibir información de sus simpatizantes, pero la mayor parte de esos tibetanos en el exilio, inmersos en la forma de vida occidental, no saben cuál era el Tíbet que había antes y mucho menos cuál es el rostro actual del Tíbet.

La gran mentira sobre el Tíbet al alcance en cualquier parte del mundo por los clubes de amistad y fondos de solidaridad rompe todos los récords de desinformación comparable tal vez con la campaña de desinformación sobre Kosovo o la situación en Timor.

Otro mito es que Dalai Lama es el líder espiritual de los budistas del mundo. Dalai Lama no representa el budismo chino, ni el de sudeste asiático y el budismo zen en Japón.

En realidad los budistas del Tíbet son el 2 % de los budistas del mundo.

Además, en el Tíbet existen cuatro escuelas budistas independientes y Dalai Lama pertenece a una de ellas, la gelugpa que se distinguen por sus vistosos bonetes amarillos.

En realidad, Dalai Lama es un líder religioso con pocos discípulos religiosos, una cantidad enorme de adeptos políticos y un número todavía mayor de simpatizantes engañados por una acertada estrategia informativa.

Repetir la tesis sobre la opresión del Tíbet y la destrucción cultural de este pueblo es tan absurdo como afirmar que hasta 1949 Tíbet era un país independiente.

Aunque, después del rebelión de 1959, sí hubo cambio en el Tíbet, se abolió la servidumbre y la esclavitud, se expropio la tierra a los monasterios y se repartió a los campesinos para que la trabajaran sin pagar impuestos durante veinte años.

Pekín ha invertido en Tíbet dinero en carreteras, salud y educación. No ha impuesto ninguna asimilación porque todavía los chinos representan menos del 5 % de la población que asciende a 3,5 millones de habitantes.

Una población que en cincuenta años se triplicó, más que todo porque aumentó el doble la esperanza de vida, ya que en 1959 el promedio de vida en el Tíbet apenas rozaba los 30 años.

Sin lugar a dudas el Tíbet de hoy no es el mismo al que había hace cincuenta años.

¿Será indispensable lamentarlo como aconsejan muchos?

¿O podemos ser optimistas en el futuro del pueblo tibetano, con o sin "budismo"?.

 

Fuente: http://www.eldiariointernacional.com/spip.php?article2380



Die Dalai Lamas

»Die Dalai Lamas werden von ihren Anhängern als fortgeschrittene Mahayana Bodhisattvas angesehen, mitfühlende Wesen, die sozusagen ihren eigenen Eintritt in das Nirvana zurückgestellt haben, um der leidenden Menschheit zu helfen. Sie sind demnach auf einem guten Wege zur Buddhaschaft, sie entwickeln Perfektion in ihrer Weisheit und ihrem Mitgefühl zum Wohle aller Wesen. Dies rechtertigt, in Form einer Doktrin, die soziopolitische Mitwirkung der Dalai Lamas, als Ausdruck des mitfühlenden Wunsches eines Bodhisattvas, anderen zu helfen.«

?Hier sollten wir zwei Dinge feststellen, die der Dalai Lama nicht ist: Erstens, er ist nicht in einem einfachen Sinne ein ?Gott-König?. Er mag eine Art König sein, aber er ist kein Gott für den Buddhismus. Zweitens, ist der Dalai Lama nicht das ?Oberhaupt des Tibetischen Buddhismus? als Ganzes. Es gibt zahlreiche Traditionen im Buddhismus. Manche haben ein Oberhaupt benannt, andere nicht. Auch innerhalb Tibets gibt es mehrere Traditionen. Das Oberhaupt der Geluk Tradition ist der Abt des Ganden Klosters, als Nachfolger von Tsong kha pa, dem Begründer der Geluk Tradition im vierzehnten/fünfzehnten Jahrhundert.«

Paul Williams, »Dalai Lama«, in
Clarke, P. B., Encyclopedia of New Religious Movements
(New York: Routledge, 2006), S. 136.

Regierungsverantwortung
der Dalai Lamas

?Nur wenige der 14 Dalai Lamas regierten Tibet und wenn, dann meist nur für einige wenige Jahre.?

(Brauen 2005:6)

»In der Realität dürften insgesamt kaum mehr als fünfundvierzig Jahre der uneingeschränkten Regierungsgewalt der Dalai Lamas zusammenkommen. Die Dalai Lamas sechs und neun bis zwölf regierten gar nicht, die letzten vier, weil keiner von ihnen das regierungsfähige Alter erreichte. Der siebte Dalai Lama regierte uneingeschränkt nur drei Jahre und der achte überhaupt nur widerwillig und auch das phasenweise nicht allein. Lediglich der fünfte und der dreizehnte Dalai Lama können eine nennenswerte Regieruagsbeteiligung oder Alleinregierung vorweisen. Zwischen 1750 und 1950 gab es nur achtunddreißig Jahre, in denen kein Regent regierte!«

Jan-Ulrich Sobisch,
Lamakratie - Das Scheitern einer Regierungsform (PDF), S. 182,
Universität Hamburg

Der Fünfte Dalai Lama,
Ngawang Lobsang Gyatso

Der Fünfte Dalai Lama, Ngawang Lobsang Gyatso

?Der fünfte Dalai Lama, der in der tibetischen Geschichte einfach ?Der Gro?e Fünfte? genannt wird, ist bekannt als der Führer, dem es 1642 gelang, Tibet nach einem grausamen Bürgerkrieg zu vereinigen. Die ?ra des fünften Dalai Lama (in etwa von seiner Einsetzung als Herrscher von Tibet bis zum Beginn des 18. Jahrhunderts, als seiner Regierung die Kontrolle über das Land zu entgleiten begann) gilt als pr?gender Zeitabschnitt bei der Herausbildung einer nationalen tibetischen Identit?t - eine Identit?t, die sich im Wesentlichen auf den Dalai Lama, den Potala-Palast der Dalai Lamas und die heiligen Tempel von Lhasa stützt. In dieser Zeit wandelte sich der Dalai Lama von einer Reinkarnation unter vielen, wie sie mit den verschiedenen buddhistischen Schulen assoziiert waren, zum wichtigsten Beschützer seines Landes. So bemerkte 1646 ein Schriftsteller, dass dank der guten Werke des fünften Dalai Lama ganz Tibet jetzt ?unter dem wohlwollenden Schutz eines wei?en Sonnenschirms zentriert? sei; und 1698 konstatierte ein anderer Schriftsteller, die Regierung des Dalai Lama diene dem Wohl Tibets ganz so wie ein Bodhisattva - der heilige Held des Mahayana Buddhismus - dem Wohl der gesamten Menschheit diene.?

Kurtis R. Schaeffer, »Der Fünfte Dalai Lama Ngawang Lobsang Gyatso«, in
DIE DALAI LAMAS: Tibets Reinkarnation des Bodhisattva Avalokite?vara,
ARNOLDSCHE Art Publishers,
Martin Brauen (Hrsg.), 2005, S. 65

Der Fünfte Dalai Lama:
Beurteilungen seiner Herrschaft I

?Gem?? der meisten Quellen war der [5.] Dalai Lama nach den Ma?st?ben seiner Zeit ein recht toleranter und gütiger Herrscher.?

Paul Williams, »Dalai Lama«, in
(Clarke, 2006, S. 136)

?Rückblickend erscheint Lobsang Gyatso, der ?Gro?e Fünfte?, dem Betrachter als überragende, allerdings auch als widersprüchliche Gestalt.?

Karl-Heinz Golzio / Pietro Bandini,
»Die vierzehn Wiedergeburten des Dalai Lama«,
O.W. Barth Verlag, 1997, S. 118

»Einmal an der Macht, zeigte er den anderen Schulen gegenüber beträchtliche Großzügigkeit. […] Ngawang Lobsang Gyatso wird von den Tibetern der ›Große Fünfte‹ genannt, und ohne jeden Zweifel war er ein ungewöhnlich kluger, willensstarker und doch gleichzeitig großmütiger Herrscher.«

Per Kvaerne, »Aufstieg und Untergang einer klösterlichen Tradition«, in:
Berchert, Heinz; Gombrich, Richard (Hrsg.):
»Der Buddhismus. Geschichte und Gegenwart«,
München 2000, S. 320

Der Fünfte Dalai Lama:
Beurteilungen seiner Herrschaft II

?Viele Tibeter gedenken insbesondere des V. Dalai Lama bis heute mit tiefer Ehrfurcht, die nicht allein religi?s, sondern mehr noch patriotisch begründet ist: Durch gro?es diplomatisches Geschick, allerdings auch durch nicht immer skrupul?sen Einsatz machtpolitischer und selbst milit?rischer Mittel gelang es Ngawang Lobzang Gyatso, dem ?Gro?en Fünften?, Tibet nach Jahrhunderten des Niedergangs wieder zu einen und in den Rang einer bedeutenden Regionalmacht zurückzuführen. Als erster Dalai Lama wurde er auch zum weltlichen Herrscher Tibets proklamiert. Unter seiner ?gide errang der Gelugpa-Orden endgültig die Vorherrschaft über die rivalisierenden lamaistischen Schulen, die teilweise durch blutigen Bürgerkrieg und inquisitorische Verfolgung unterworfen oder au?er Landes getrieben wurden.

Jedoch kehrte der Dalai Lama in seiner zweiten Lebenshälfte, nach Festigung seiner Macht und des tibetischen Staates, zu einer Politik der Mäßigung und Toleranz zurück, die seinem Charakter eher entsprach als die drastischen Maßnahmen, durch die er zur Herrschaft gelangte. Denn Ngawang Lobzang Gyatso war nicht nur ein Machtpolitiker und überragender Staatsmann, sondern ebenso ein spiritueller Meister mit ausgeprägter Neigung zu tantrischer Magie und lebhaftem Interesse auch an den Lehren andere lamaistischer Orden. Zeitlebens empfing er, wie die meisten seiner Vorgänger, gebieterische Gesichte, die er gegen Ende seines Lebens in seinen ›Geheimen Visionen‹ niederlegte.«

(Golzio, Bandini 1997: 95)

Der Dreizehnte Dalai Lama,
Thubten Gyatso

Der Dreizehnte Dalai Lama, Thubten Gyatso

?Ein anderer, besonders wichtiger Dalai Lama war der Dreizehnte (1876-1933). Als starker Herrscher versuchte er, im Allgemeinen ohne Erfolg, Tibet zu modernisieren. ?Der gro?e Dreizehnte? nutzte den Vorteil des schwindenden Einflusses China im 1911 beginnenden Kollaps dessen Monarchie, um faktisch der vollst?ndigen nationalen Unabh?ngigkeit Tibets von China Geltung zu verschaffen. Ein Fakt, den die Tibeter von jeher als Tatsache erachtet haben.?

Paul Williams, »Dalai Lama«, in
(Clarke, 2006, S. 137)

?Manche m?gen sich vielleicht fragen, wie die Herrschaft des Dalai Lama im Vergleich mit europ?ischen oder amerikanischen Regierungschefs einzusch?tzen ist. Doch ein solcher Vergleich w?re nicht gerecht, es sei denn, man geht mehrere hundert Jahre in der europ?ischen Geschichte zurück, als Europa sich in demselben Zustand feudaler Herrschaft befand, wie es in Tibet heutzutage der Fall ist. Ganz sicher w?ren die Tibeter nicht glücklich, wenn sie auf dieselbe Art regiert würden wie die Menschen in England; und man kann wahrscheinlich zu Recht behaupten, dass sie im Gro?en und Ganzen glücklicher sind als die V?lker Europas oder Amerikas unter ihren Regierungen. Mit der Zeit werden gro?e Ver?nderungen kommen; aber wenn sie nicht langsam vonstatten gehen und die Menschen nicht bereit sind, sich anzupassen, dann werden sie gro?e Unzufriedenheit verursachen. Unterdessen l?uft die allgemeine Verwaltung Tibets in geordneteren Bahnen als die Verwaltung Chinas; der tibetische Lebensstandard ist h?her als der chinesische oder indische; und der Status der Frauen ist in Tibet besser als in beiden genannten L?ndern.?

Sir Charles Bell, »Der Große Dreizehnte:
Das unbekannte Leben des XIII. Dalai Lama von Tibet«,
Bastei Lübbe, 2005, S. 546

Der Dreizehnte Dalai Lama:
Beurteilungen seiner Herrschaft

?War der Dalai Lama im Gro?en und Ganzen ein guter Herrscher? Dies k?nnen wir mit Sicherheit bejahen, auf der geistlichen ebenso wie auf der weltlichen Seite. Was erstere betrifft, so hatte er die komplizierte Struktur des tibetischen Buddhismus schon als kleiner Junge mit ungeheurem Eifer studiert und eine au?ergew?hnliche Gelehrsamkeit erreicht. Er verlangte eine strengere Befolgung der m?nchischen Regeln, veranlasste die M?nche, ihren Studien weiter nachzugehen, bek?mpfte die Gier, Faulheit und Korruption unter ihnen und verminderte ihren Einfluss auf die Politik. So weit wie m?glich kümmerte er sich um die zahllosen religi?sen Bauwerke. In summa ist ganz sicher festzuhalten, dass er die Spiritualit?t des tibetischen Buddhismus vergr??ert hat.

Auf der weltlichen Seite stärkte er Recht und Gesetz, trat in engere Verbindung mit dem Volk, führte humanere Grundsätze in Verwaltung und Justiz ein und, wie oben bereits gesagt, verringerte die klösterliche Vorherrschaft in weltlichen Angelegenheiten. In der Hoffnung, damit einer chinesischen Invasion vorbeugen zu können, baute er gegen den Widerstand der Klöster eine Armee auf; vor seiner Herrschaft gab es praktisch keine Armee. In Anbetracht der sehr angespannten tibetischen Staatsfinanzen, des intensiven Widerstands der Klöster und anderer Schwierigkeiten hätte er kaum weiter gehen können, als er es tat.

Im Verlauf seiner Regierung beendete der Dalai Lama die chinesische Vorherrschaft in dem großen Teil Tibets, den er beherrschte, indem er chinesische Soldaten und Beamte daraus verbannte. Dieser Teil Tibets wurde zu einem vollkommen unabhängigen Königreich und blieb dies auch während der letzten 20 Jahre seines Lebens.«

Sir Charles Bell in (Bell 2005: 546-47)

Der Vierzehnte Dalai Lama,
Tenzin Gyatso

Der Vierzehnte Dalai Lama, Tenzin Gyatso

?Der jetzige vierzehnte Dalai Lama (Tenzin Gyatso) wurde 1935 geboren. Die Chinesen besetzten Tibet in den frühen 1950er Jahren, der Dalai Lama verlie? Tibet 1959. Er lebt jetzt als Flüchtling in Dharamsala, Nordindien, wo er der Tibetischen Regierung im Exil vorsteht. Als gelehrte und charismatische Pers?nlichkeit, hat er aktiv die Unabh?ngigkeit seines Landes von China vertreten. Durch seine h?ufigen Reisen, Belehrungen und Bücher macht er den Buddhismus bekannt, engagiert sich für den Weltfrieden sowie für die Erforschung von Buddhismus und Wissenschaft. Als Anwalt einer ?universellen Verantwortung und eines guten Herzens?, erhielt er den Nobelpreis im Jahre 1989.?

Paul Williams, »Dalai Lama«, in
(Clarke, 2006, S. 137)

Moralische Legitimation
der Herrschaft Geistlicher

Für Sobisch ist die moralische Legitimation der Herrschaft Geistlicher ?außerordentlich zweifelhaft?. Er konstatiert:

?Es zeigte sich auch in Tibet, da? moralische Integrit?t nicht automatisch mit der Zugeh?rigkeit zu einer Gruppe von Menschen erlangt wird, sondern allein auf pers?nlichen Entscheidungen basiert. Vielleicht sind es ?hnliche überlegungen gewesen, die den derzeitigen, vierzehnten Dalai Lama dazu bewogen haben, mehrmals unmi?verst?ndlich zu erkl?ren, da? er bei einer Rückkehr in ein freies Tibet kein politische Amt mehr übernehmen werde. Dies ist, so meine ich, keine schlechte Nachricht. Denn dieser Dalai Lama hat bewiesen, da? man auch ohne ein international anerkanntes politisches Amt inne zu haben durch ein glaubhaft an ethischen Grunds?tzen ausgerichtetes beharrliches Wirken einen enormen Einfluss in der Welt ausüben kann.?

Jan-Ulrich Sobisch,
Lamakratie - Das Scheitern einer Regierungsform (PDF), S. 190,
Universität Hamburg